Para Semana Santa decidimos cambiar de aires e ir a la casa de mi madre al Valle. Con las mil cosas que hacer allá los niños lo pasan en grande también. Mi madre les montó una casita plástica de patio donde juegan por horas y además montan bicicleta, van donde los caballos, los gallos, a tirar piedras al río etc.
Otra parada regular en el Valle es ir al Níspero a ver los animales. Es ahí donde el dueño, y compañero de universidad de Darío, nos regaló un huevo de avestruz. Todo un señor un huevo, si señor!! La verdad que como objeto es realmente bonito, y como alimento es comida para un regimiento. Con un equivalente a unos 16 huevos de gallina hay huevo para rato!
Después de permitir a Mar que apreciara las justas dimensiones del huevo en cuestión nos dimos a la tarea de sacar el contenido sin dañar la cascara, la cual de lo dura que es, tampoco es fácil ni de dañar ni de abrir. La operación requirió de taladro y todo, así con cuidado, le fueron abriendo un hueco en una de las puntas y girando la broca hasta que tuviera un tamaño que permitiera sacar el huevo de adentro a punta de sacudidas. El resultado fue una palangada de huevo de donde pudimos desayunar todos huevos revueltos, hacer dos tortillas españolas y aun regalarle a Ester suficiente como para que toda su familia comiera huevo en dos comidas.
Proporción entre el huevo de avestruz y uno de gallina
Proporción huevo de avestruz y Mar
Darío e Iki en las labores de sacar el contenido del mega huevo