Con la mente en tener nuestra propia casa de fin de semana y vacaciones hacemos el esfuerzo económico de pagar una hipoteca considerable por la nueva propiedad en Buenaventura, más teniendo en cuenta de que aun no hemos vendido el apartamento anterior de Los Portales. Como el agua es fuente inagotable de entretenimiento para los niños aquí estamos, apostando por la playa. Para nuestra sorpresa resulta ser que Mar es vallera!! Ama el Valle y todo lo que ahí hace, claro que mi madre tiene una casa de lo más acogedora, un terreno relindo con naranjos y magos, el super de la entrada con juguetes de menos de tres dólares y, los caballos que se rentan justo afuera de su casa… resultado? Cuando le decimos a Mar que vamos a la playa dice que no, que quiere ir al Valle!!
Así que para allá nos dirigimos tres fines de semana seguidos. El primero porque no hubo manera de que quisiera ir a la playa así que hicimos cambio de maleta a último momento y para el Valle de ha dicho. La verdad es que disfrutamos en cantidad a pesar de los señores aguaceros que cayeron, así y que nos tocó correr debajo de un diluvio nos divertimos muchísimo en el Níspero y Mar estaba arrebatada con su paraguas que solo sirvió para el bajareque porque a la hora llover Darío tuvo que correr con ella en brazos bajo un paraguón de golf. Por supuesto, no es ida al Valle si Mar no pasea a sus caballos, en especial Mantequilla, su favorito. Este fin al menos hubo un avance, comenzó realmente a montar el caballo ella sola y no sólo pasearlo como si fuera perro. El segundo porque, para mi envidia verde, Caroline e iki se fueron para Nueva York y quedamos a cargo de Adrián, por lo que pasamos un fin de semana entreteniendo a los niños con todos los juegos, paseos y gamberradas que se nos pudieran ocurrir. Infructuosamente trataron de volar cometa pero, cómo explicarles que sin viento no hay manera…. Se la pasaron todo el fin de semana montando a caballo, si es que final de tanto pasear mandaremos a la universidad a todos los hijos de la familia que los alquila. También hicieron picnic en el patio y el domingo llegaron los abuelos y bisiabuelos Barría a pasar el día y jugar con ellos. Adrián y Mar se están criando como hermanos así que en cuestión de momentos pasan de amarse a pelearse pero disfrutan millón haciendo mil cosas juntos. La última visita al Valle corresponde a los dos primeros días de las vacaciones de Semana Santa que amerita otra entrada.