Y bien, por ahí llegó, y por ahí mismo se fue, la última semana del 2011. Esa comprendida entre el 24 y el 31 de diciembre, en la que todo se balancea sobre dos aguas, “urge terminarlo antes de que acabe el año” o, “ni modo, esto ya quedó para el año que viene”. La verdad es que la cabeza está enfocada en las celebraciones de la época y esos días se van a la velocidad de agua en las manos.
La noche del 24 la celebramos en casa de Los Barría Pino donde, como ya se ha vuelto costumbre nos dan cobijo a los Schmitt y asociados y a un montón de curas y monjas, que así de civil, resultan ser de lo más simpáticos cabe decir. Mar fue estrenando vestido de fiesta y Ana fue dormida y ni se enteró, pero fue, su primera Noche Vieja….
Realmente, con niños, la materia es la mañana del 25, finalmente el día de Navidad, cuando bajo el árbol están los regalos que mandó el Niño Jesús y que Santa le ayudó a repartir (las jerarquías son importantes).
Ana fue la primera en levantarse y, aunque tuvo su sesión bajo el árbol, no estaba muy anuente de lo que pasaba.
Mar se levantó más tarde, porque es dormilona y además estaba trasnochada, y se lanzó a los regalos, unos de uso inmediato y otros que requerían de que el papá se rompiera la cabeza armando piezas bajo la mirada excitada de Mar y curiosa de Ana.
Como es costumbre en la tarde del 25 nos reunimos toda la familia e hicimos la fiesta de intercambio de regalos y la foto oficial de Navidad, que esta vez es la primera vez que somos cuatro.
El 26 fuimos al famoso desfile de globos en la cinta costera. Si me preguntan mi opinión, no me pareció para tirar cohetes, y el desfile del Presidente tirando besitos como reina de carnaval me sobró (aunque entiendo que el que paga hace lo que le provoca), pero el paseo de Ferrufino en iguales actitudes sólo le sirvió para que le montaran los chistes de “ahí va el primer globo de helio”. Aunque lo que realmente importa es que mi hija lo disfrutó millón, le pareció genial y habló del desfile por tres días.
Ahí los días se suceden a toda velocidad e hicimos las maletas para las vacaciones de principios de año, unas de ropa de verano, para despedir el Año en Buenaventura y, las otras para tierra fresca y el famoso veranito del Valle.
De Alemania llegaron Cristóbal y Vera, hermano y cuñada de mi padre, que vinieron a pasar el fin de año en Panamá.
Y así fue como le dimos el adiós a este 2011 en la fiesta de fin de año del Bristol en Buenaventura. Otro año que se fue…
Bye, bye 2011…