Desde que llegué al cuarto piso me felicitan con un “!no te preocupes que los 40s son los nuevos 30s¡”, lo pida o no, en lo que yo llamo una felicitación con un sabor de boca a pésame. Como si no se tuviera suficiente con el estrés que le come coco a uno de darle tantas vueltas al tarro .
Para comenzar les hago referencia a que lean la entrada en este mismo blog “Si los 40s son los nuevos 30s ¿hemos ganado una década de actividad o perdido diez años de descanso”.
Y es que, mientras muchos admiraban que mi madre estuviera en la discoteca celebrando conmigo y tirando paso en la pista, al mismo tiempo otros se planteaban que, más allá de celebrar bailando los cuarenta de nuestros hijos ¿estaremos, cuanto menos, todavía por ahí?
Cenando con mi marido brindé “bueno, amor, por los próximos 40” y , de repente, pareció como si del cielo hubiera caído un piano de cola sobre la mesa (Y eso que con los avances de la medicina 80 no es una expectativa de vida tan larga). Cada década trae más bagaje pesando lo suyo y cuando uno está contento pero, no se puede negar, cansado de tanto ajetreo de vida, plantearse de golpe que nada más vas por la mitad del camino es: ¡APLASTANTE!
Con razón da la crisis de la mediana edad. Cuando caes en cuenta que apenas vas por la mitad te cuestionas ¿voy por doble de lo mismo? Voy a poner en balance mis cosas….
Mis cuarenta años anteriores me dieron para mucho: viajé, bailé, estudié, rompí y me rompieron el corazón, experimenté distintos medios artísticos, viví en varias tierras, incurrí en diferentes negocios, me volví menos impulsiva y un poco más sabia, hice amigos de más (y alguno de menos) y recorrí medio mundo.
Hoy en día, sin duda las hijas que tengo son lo más grande que la vida me ha dado, me muero de amor por ellas, hoy, mañana y siempre.
Con mi marido hay días que veo puros corazoncitos nada más de mirarlo, días que somos compañeros y/0 amigos, días en que somos cómplices y días en que simplemente le quisiera dar con un jarrón en la cabeza (según mis estadísticas, como todos los matrimonios). Nos queremos y aceptamos que la convivencia es como bailar, de vez en cuando uno se pisa pero ¡nos gusta nuestro baile! Y por lo general llevamos bastante bien el ritmo… 😉
Veamos… puedo decir que tengo un trabajo que me permite hacer un buen balance entre la vida laboral y la familiar y eso ya es una bendición.
Tengo una vela (y no digo vena para que me sirva la analogía que voy a usar) artística que en estos momentos anda alumbrando poco porque, con gusto y por elección, si tengo tiempo libre se lo dedico a mis hijas. Sin embargo de vez en cuando (muy de vez en cuando) estoy untando pinceles y en mi cabeza sigue vivo un esqueleto de novela al que algún día le daré forma. Mientras, me contento con mantenerme escribiendo al llevar este blog que cada vez recibe más visitas y comentarios. A mayores manifestaciones del arte me dedicaré más adelante ¡que la vela no se ha apagado!
Para que no todo sea más de lo mismo es importante tener nuevas metas. En el horizonte inmediato tengo certificarme de Life Coaching, a fin de cuentas a manera informal lo he hecho muchas veces entre amigas, ahora aprenderé las herramientas necesarias para hacerlo más efectivamente de un modo más formal. Además que será nueva fuente de entradas en el blog.
Hay días que soy positiva total, otros que viajo con mi nube negra sobre la cabeza y también los hay que «ni fu, ni fa».
En fin, que ajustando un poco por aquí y un poco por allá me apunto a más de lo que ya tengo y voy por las metas de arte y Life Coaching que están ya en el tintero (unas tomarán más que otras). Me queda invitaros a hacer el examen rapidito de cómo van todos estos factores en vuestra vida, porque no hay que llegar a los 40s para hacer correcciones de camino y, con la expectativa de vida que tenemos hoy en día, no importa que ya se hayan pasado para intentar de nuevo.
Al contrario de eso que dice la gente de “la vida es muy corta” yo más bien diría que: es bastante larga, así que mejor trabajar en llevar la vida que más te gustaría ¡que son muchos años por delante!