A todos los amigos del hemisferio norte: estas son las ventajas de vivir en el trópico en pleno enero…
Fines de semana de sol, playa y ¡brisa! Y hago la exclamación con la brisa porque, no sólo se agradece que refresque, sino que ¡mantiene a raya a los mosquitos jurásicos que hay en la playa!
Las niñas la pasan arrebatadas en «nuestra charquita», Mar es una anfibio total y Ana una temeraria que desde que anda con flotis se cree que nada y va de independiente moviéndose como gusarapo por toda la piscina. La verdad que está para comérsela…
Y bueno, no digamos como anda con el chorrito limpia-arena de la playa. Está convencidísima que es la dueña y señora de esa regadera. Si alguien se acerca ella le llega corriendo a meterle un regaño que le sale del alma «¡¡¡Ññññooooo!!!» «Míííííííío!! Y la mocosa no levanta medio metro del piso pero la gente sale medio asustada casi que pidiendo perdón y se van a usar el otro. Es como eso de tener chihuahua, que son enanos pero cuando se largan a ladrar la gente les tiene su repetico, por si las moscas…
Pues eso, que es una delicia que estemos en pleno verano e ir a la playa con las niñas, que los días están estupendos, los atardeceres preciosos, o en la ciudad que los parques tienen actividades culturales, la Cinta Costera recreaciones familiares, el Casco Viejo rebosa belleza y, las noches frescas (sin mosquitos), están encantadoras.
Qué gozada…
IT’S SUMMER TIME!!!!