La semana pasada “la güeli” (o sea se, mi abuela), casi que se nos va. 92 años son muchos años y, aunque bastante bien los ha vivido, en cualquier momento nos deja y sabemos que sería normal, ley de vida. Si la naturaleza hubiera seguido su curso lo más probable que no habría despertado de la noche del jueves 4 de abril, pero la medicina hoy en día nos arranca de las manos de “la pelona” y la pone a esperar.
Mi abuela siempre ha sido el pilar de esta familia, nuestra muy señora Reina Madre del reino de los magallones (del apellido Magallón de mi madre) y cuando nos dio el susto de que se marchaba hemos salido disparados los nietos de todos lados para verla y decirle cuanto la queremos. Ya el primer día vimos a Blanca (desde Madrid), dos días más tarde coincidimos con Gorka -el del Goya- (también desde Madrid) y Nerea (desde Santander) que vinieron, gracias al maravilloso tren “Ave”, con sus hijos por el día.
Un par de días más tarde llegó Rafa (desde las Islas Canarias) y así podemos decir que casi le desfilamos todos, para comérnosla a besos y, a pesar de lo pachucha que ya está, decirle que está guapísima y que la máscara de oxigeno le da un look de lo más “Guerra de las Galaxias” que se le ve genial.
Nosotras tuvimos que regresar, ella aun sigue en el hospital, mandando a freír tortas a la pelona pero sin mejorar tampoco. No está muy claro si el termino es “estable” o más bien “estancada”…
Hay que reconocer que las que se lo están currando estupendamente son las hijas de la Reina Madre (aunque nunca se nos ha ocurrido referirnos a ellas como princesas o infantas, por muy “pricess line” que sea mi madre) que ahí se turnan a los pies de la cama en hospital para no dejarla sola ni un minuto.
Antes de irnos, en Madrid, nos pudimos reunir con casi todos los Marco-Magallón (mi querida prima Cristina faltó y con ella quedamos para septiembre). Que no han sido las mejores circunstancias pero fue genial ver a tanta familia.
Y a la abuela… Todo mi amor, mi cariño, mi respeto y mis mejores memorias. Que eres mucha abuela. Creo que fue nuestro último encuentro y nuestro último beso, que regalo de Dios haber tenido esa oportunidad. Mi vida va a estar enlazada a tu recuerdo por siempre… Ya me puse a llorar así que mejor aquí lo dejo…