Sí señores, la manzana de la discordia en mi casa ES, verdaderamente, una manzana ¡la del Ipad!
Desde la Navidad de los tres años Mar tiene su Ipad (gracias a que una amiga decidió pasárnoslo cuando hizo su Upgrade al Ipad2) con montones de juegos que son más avanzados a medida que crece. Es su preciado tesoro. Y, claro ¿qué es lo que más quiere Ana? lo que adore su hermana…
Ana todo el día está con lo del «¡Pad Pad!» «¡Pad Pad!» y, con la paciencia infinita que tiene mi hija mayor, Mar se lo cede la mayoría de las veces. La pequeñaja, con menos de dos años, lo prende, toca pantalla, pasa pantalla, abre juegos, juega, cierra juegos, cambia de pantalla, abra otro juego, cierra, pasa para aquí, pasa para allá y así hasta la eternidad (sólo de verla alucino a colores, yo que veo un Ipad y todavía no me le mido). Mientras, Mar, pasado su buen rato mosqueada me dice
– Mami, ya ¿eh? y Ana ¿cuándo me va a devolver mi Ipad?»
Si fuera por la pequeña «¡olvidado! no te lo va regresar ¡nunca!» y no termino de pensar eso cuando ya Ana se transforma y grita como si se le fuera la vida en ello
– ¡¡¡Mííííííííííoooooo!!!
Mar comienza arrugar la cara y gemir… ¡oh, oh! se han roto las relaciones diplomáticas y la guerra está por empezar… A veces estalla La Tercera Guerra Mundial, otras, queda aplazada cuando Mar es autorizada para usar el Ipad del padre. Mañana será otro día… más o menos igual…