Los animales no son un juguete, son una responsabilidad. Como tal, Mar -que desde que vio una en casa de unas amigas solo pensaba en eso- para poseerla y estar así de feliz (nada más mírenle esa cara que parece que se fuera a explotar como un pop corn) ha tenido que ganársela y demostrar ser responsable de muchas cosas que antes dejaba algo descuidadas.
-Mar, para que yo sepa que puedes ser responsable de un animal tengo que saber que puedes ser responsable de tus cosas.
Curiosamente esto de «ganarse» la confianza la ha estimulado un montón. Lleva dos semanas que se desviste sola, recoge mejor su cuarto (siempre ha sido de recoger hago la salvedad), ayuda en lo que se pida (casi siempre), se baña sola y está esforzándose con lo de vestirse. De repente se siente de un nivel superior.
Ella es la encargada de darles de comer, prender y apagar la luz de la pecera antes de irse a dormir. Se siente importantísima. Además, aunque me dice «a los peces no se les puede acariciar» ya tiene claro que debe hablarles y visitarlos, porque a las mascotas hay que darles cuidados y cariño. A la que le encanta hacerles visitas y conversarles en su «guari-guari» es a Ana. «¡Pezz, mami, pezz!»
Yo soy de las que creo que a un niño no se le debe comprar un perro porque «¡Ay! es que le hace tanta ilusión». Al final el niño deja de pararle bolas al perro y una es la que queda paseando, alimentando, llevando al veterinario, quitando las pulgas y limpiando las gracias de «la ilusión» por los siguientes trece años (promedio de vida de un perro). Nada, que antes de darnos cuenta «el niño» está en la universidad en una rumba que no se cuerda ni de su propio nombre (mucho menos del perro) y una comiéndose las uñas en la sala de espera mientras le operan las cataratas al chucho.
Yo me compré a Lola con total conciencia a los 31 años y, nueve años mas tarde puedo decir que ha sido la relación más estable de mi vida y lo nuestro (como conté en el siguiente link) es una novela de amor, pero esa es otra historia…
En fin, apenas llevamos un par de días pero, por ahora, todo bien con los nuevos integrantes de la casa. Les presento a Arcoíris-Brillo (ni pregunten que además se apellida Lucía), Naranjín, Mariana y Ana. Espero que no terminen en el inodoro….