Mientras unos bailaban a lo loco bajo el sol y un chorro de agua, con un nivel de alcohol en las venas como para fulminar cualquier hígado y, para estar a la moda este año, con un “shorcito blanco” preferiblemente, nosotros, fuimos a un paseo de playa muuuucho más tranquilo donde… eh… bueno… también nos tomamos nuestras copas porque ¡Ey! ¡Carnavales, son carnavales!
Como en nuestro último paseo playero a San Blas (porque después vino el funesto mes negro con su rosario de calamidades) fuimos con los Vega-Martins. Las niñas mayores son muy parecidas y formalitas. Las dos enanas, esas son unas gamberras, un par de brujas que nos van a sacar canas verdes a todos en cada etapa de su vida.
Actividades les sobraron ¡no les salieron escamas de milagro! Horas, H-O-R-A-S, en la piscina…
Y que no faltara la playa, que con este estilo quien necesita al sonado “shorcito blanco”, para fina, mi niña ¡Caramba!
O el Zoo “Bambie cómete tu comidita, mi vestido no, tu comidita ¿ok?”
Eso sí, muy bien jugar y gozar con los niños -que entre mis hijas, las invitadas y los primos eran toda una gallada- pero no hay nada como el momento de desenchufarlos un rato. «¡Ala! Todos en la cama con Dora la Exploradora y los Ipads, y el que se baje antes de una hora… ¡lo cuelgo!» Que quietitos también se ven muy bonitos…
¿Y creen que las niñas no pararon? Pues miren nada más el ritmo que se llevaron “los niños”, luego mi maridito andaba con la lengua afuera, obviamente. (Yo los he bautizado «The Bike Boys», porque me da la gana)
Bueno, estos carnavales no fueron días de rumba, pero compartir con mis niñas, construirles memorias y tener estos momentos, es incomparable…
Y tú ¿Cómo disfrutas más tus Carnavales?