Aquí nuestro paseo de un día por Taboga, la Isla de las flores. Qué gozada que en Panamá tengamos tantas opciones buenísimas para paseos domingueros.
Hace muuuuchos años que no iba a Taboga pero tengo muy lindos recuerdos de esa isla. Desde las primeras veces, recién llegados a Panamá (van 30 años, que no son moco de pavo), las fiestas de año nuevo en la adolescencia quedándonos en casa de Daniel Brotella, las pachangas en el histórico barco Isla Morada -el original-, paseos en velero… Y sus encantos propios, sus calles, los árboles de tamarindo, las veraneras tupidas de flores rosas y blancas, los papos rojos y naranjas…
Tiene una magia muy particular así que cuando con Caroline pensamos en pasar el día allá me pareció fabuloso. Hicimos las averiguaciones propias de cualquier ciudadano de pie que se anime al paseo y quiera pasar el día en sus playas.
Lo primero lo obvio, es una isla y hay que llegar en bote. El transporte público es el barco el CALYPSO que se toma después de la Playita de Amador, en el Causeway, por un costo de ida y vuelta de $14 por adultos y $9.50 por niños de 1 a 12 años.
De Panamá a Taboga están las salidas de las 8:00am, 10:30 am. De Taboga a Panamá los regresos son a las 3:00pm y las 5:00pm. Hay que estar una hora antes en el muelle y el trayecto es también de alrededor de una hora.
COMODIDADES:
En la playa alquilan paraguas como los que se ven en la foto al fondo por $5.- el día. Las tumbonas también tienen un costo de $5.- y las sillas de $3.-. Fuera de eso no hay muchas más comodidades en la playa puesto que del antiguo Hotel sólo quedan los cimientos. Hay algunos puestos de sodas, agua, cervezas, pero lo mejor es ir bien armado con tu propio cooler.
En el pueblo hay varios restaurantes e incluso por la playa reparten un menú de un restaurante que hace «entregas a domicilio» lo que imagino se traduce en «entregas a tu paraguas«. O claro, depende sólo de tu cooler.
Ahora bien, una vez dados lo datos accesibles a todo el mundo tengo que reconocer que, aunque nuestras intenciones eran dar uso de esta información para organizar nuestro paseo, pues, Tio Chatito nos invitó a ir en su bote y pasar el día en su casa y «Aaaaahhh colega… ¡esa es otra historia!»
Así que en la mañana salimos para la marina de Flamenco y Ana ha salido marinera de vena, Mar… dejémosla con el nombre…. ella necesita que la costa esté a dos metros porque lo pasa fatal con eso de los botes…
No fuimos al pueblo, que me he quedado con ganas para otra vez, pero la playa la gozamos montones. El agua de lo más cristalina -que yo no la recordaba así pero, mira por donde, estaba totalmente trasnparente- y miles de conchas que hicieron las delicias de estos recogedores.
Ahora bien, como les conté, tuvimos la dicha de ser hospedados en una casa por el día y hay que reconocer que es toda una ventaja para el resguardo de sombra y cambio de ambiente como la piscina (no digamos ya para las comidas y otras comodidades pero tampoco es cuestión ni de restregar la suerte ni de tentarla para que pase de largo)
Ana le está tomando un gusto a eso de las «selfies» que Ellen Degeneres ¡le hace los mandados!
En fin, que Taboga es mágica, lo pasamos genial y tenemos ganas de regresar así sea a nuestro paraguas de colores. Pendiente queda el paseo al pueblo así que habrá segunda parte, mientras, nos queda el recuerdo familiar de un día estupendo en la Isla de las Flores.
Y bueno, terminó el día y regresando me impresiona ver como cambia continuamente el horizonte de la ciudad de Panamá, más que rascacielos esos edificios parecen la nueva generación de «Las Habichuelas Mágicas» ¿¿Será con los del penthouse alcanzan a hospedar a la gallina de los huevos de oro??
En fin, que no hay nada para un día tan divertido como terminarlo comiendo raspa’o en la Plaza de la Catedral en el Casco Viejo.
¡¡Qué buen día!!
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