Hace días fue el atentado a esta mágica ciudad y aun me duele Estambul y me sigue doliendo Paris, y me duele los atentados en Irak, en Arabia Saudita, y los cristianos que mueren constantemente en manos de ISIS, las muertes por racismo en Estados Unidos y me duele el torero que murió de una cornada.
Desde pequeña tuve fascinación por Estambul, la gran Constantinopla, la cuna del mudo y de la civilización, ansiaba caminar sus calles y cuando la conocí fue todo lo que yo esteraba y más.
Cristianos y musulmanes, europeos y árabes, oriente y occidente, lo modernos y lo tradicional, todo se da en esta ciudad, y ahora también un atentado más sin sentido.
Igual que cuando fue el atentado en Paris me invadió una inmensa tristeza e impotencia. Y aun no me había podido sentar a escribirla cuando se dieron los atentados en Irak dejándome totalmente desconcertada.
¿Qué nos está pasando como humanidad? ¿Dónde hemos dejado la empatía? ¿Por qué estamos volviendo a la era da la mas absoluta barbarie?
¿Cuándo nos dejó de importar la vida humana?
Y abro el periódico y se ven las matanzas de origen racista en Estados Unidos, a ciudadanos negros, a policías blancos por un franco tirador, ambos por la rabia y el sinsentido que tienen los asesinatos de género, raza o religión.
¿Cuándo dejamos de ver al padre, la madre, el hijo, el hermano que cada persona que muere fue?
¿Por qué obviamos la devastación que ocurre cuando le arrebatamos la vida a un hermano?
¿Por qué no podemos vernos a nosotros mismos, nuestras familias y nuestras comunidades cuando quitamos una vida o nos regocijamos porque lo haga alguien más?
Estoy triste.
Estoy enojada.
Quiero gritar que paremos.
Que pensemos.
Que empaticemos.
Quiero gritar que nos miremos a los ojos unos a otros y veamos que todos somos uno.
¿Por qué no podemos ver en los ojos del otro a tu madre, a tus hijos a tu pareja?
Puede ser que tenemos diferente credo, diferente piel, diferentes costumbre pero todos somos iguales, con las mismas ganas de ser más felices, de ser mejores hijos, mejores amigos y de dejarles un mundo mejor a nuestros propios hijos.
Y veo en las redes que un torero muere de una cornada y personas que se consideran espirituales y otras intelectuales se regocijan. Qué nos le da ninguna pena y que se lo merece.
Tampoco al extremista de ISIS le da ninguna pena y también piensan que se lo merecen.
Tampoco el que comete un asesinato de género le da ninguna pena y piensa que pone ejemplo y un escarmiento.
Y ese es problema. Cuando la muerte de otro ser humano no nos da ninguna pena porque se lo merecía porque era torero, porque era un infiel a su dios, porque eran libertinos, porque eran inmigrantes, porque era homosexual.
Ese es el problema. Cuando creemos que unas vidas valen más que otras porque son más acordes a lo que nosotros pensamos.
Cuando nos volvemos insensibles ante la muerte de otra persona morimos todos un poco y matamos todos un poco.
La indiferencia hacia otra muerte nos convierte también en victimarios.
Vaya un escrito para un domingo en la tarde ¡Yo que sé!
Será que ando hipersensible pero a mí me duelen todos. TODOS. Me duelen todos los muertos y los que dejaron atrás que los lloran y los extrañan y que aun no pueden comprender que les toca vivir sin ellos.
Y me da tristeza
Y rabia
Y miedo.
Miedo de que hemos perdido la empatía. Miedo de que todos los que buscan sus cinco minutos de fama a costa de matar a alguien. Miedo de los que expresan ante eso su apoyo o su indiferencia.
Me da miedo que ocurre un día, y otro, y otro más, y pareciera que con cada uno que pasa dolieran menos. Como si ese último fuera menos padre, hijo o amigo que el anterior.
Perdemos la capacidad de asombrarnos e indignarnos por estas aberraciones, por las muertes y por las reacciones y, como ya lo escribí antes, un día hace unos años pero se siente igual que hoy, Me duele mi humanidad, y aquí te dejo un pedazo de esa entrada:
"Me da igual si son israelitas, palestinos, rusos, iraquíeses o ucranianos ¿Acaso eso importa? Las lágrimas se me escurren por esas madres que buscan los restos de sus hijos y cargan con sus cuerpos inertes, por esos niños que se durmieron en las camas de sus casas y despertaron en un hospital heridos, sin mundo sin hogar y sin familia, mutilados de cuerpo y alma. Por esos abuelos que ven los sacrificos de su vida sin sentido y se sienten sin fuerzas ni ganas de enfrentar los días que les quedan y por esos padres, que sufren la angustia de saber que proteger a sus hijos esta más allá de sus manos."
¿Sabes? Me gustaría poder hablar con cada persona en este planeta y pedirle que nos pusiéramos la mano en el corazón, fuéramos más empáticos y nos sintiéramos unos a otros.
Que nos viéramos más a los ojos y nos reconociéramos en el que tiene miedo, el que piensa diferente, el caído y la madre que lo entierra.
Y que mandásemos una oración, una bola de luz, un pensamiento de empatía, o lo que nazca, por cada persona que cae y por cada persona que queda en esta vida llorándole.
Que tu dolor sea mi dolor. Porque en el dolor todos somos iguales
A todos nos duele igual perder un hijo, un padre, un amigo o un esposo. Sea cristiano, musulmán, negro, blanco, torero o transexual.
Y creo que desde ahí es que nos debemos dar la mano.
Yo soy tú y tú eres yo.
Yo le pido a Dios que las muertes no me sean indiferentes.
Aun me duele Estambul y me sigue doliendo Paris, y me duele los atentados en Irak, en Arabia Saudita y los cristianos que mueren constantemente en manos de ISIS, las muertes por racismo en Estados Unidos y me duele también el torero que murió de una cornada.
Y ahora voy a atreverme a pedirte que cierres los ojos un momento y lances al universo un pensamiento, para todos los que hoy no están y todos los que los extrañan, algo sencillo, puede ser simplemente «Estoy contigo» Bueno, eso me nace a mi…
Seamos la humanidad.
Yo te siento a ti, y te quiero
Y tú, ¿Puedes sentirme a mi? ¿Puedes sentir a tus otros hermanos? Me encantará que me cuentes como lidias tú con todo esto porque yo siento que me desborda, ver tu punto de vista va a ser importante para mi
Un abrazo, p.-
PD: Si aún no eres parte de mi Tribu Querida me encantaría que lo fueras subscribiéndote al blog y así poder estar en más en contacto
Leo tu nota y no me siento sola… Y así como tú y como yo, habemos muchos a quienes nos desborda la situación y nos hace sentir impotentes ante tal carencia de sensibilidad… Pero pensar que habemos muchos que aún sentimos empatía y ternura ante el dolor ajeno, al menos me llena un poquito de esperanza… esperanza de poderle mostrar a mis hijas que se puede vivir en un mundo más justo y más humano… Porque solo con nuestras acciones podemos pasar de sensibilizar a otros a movilizar a otros, así sea levantando nuestra mano ante las injusticias, o aportando una reflexión como la que has aportado tú… la cual nos mueve, nos humaniza y nos ayuda a no perder la perspectiva… nos hace recordar que TODA criatura humana es digna de respeto y consideración…. Quiero agradecer la profundidad de tus palabras y de tus reflexiones frente a los hechos que mencionas…. No estamos solos y somos muchos más los que queremos edificar con nuestro amor, con buenas acciones, con fe, con compasión y con el perdón. Si la vida es un regalo… y lo es…. es un buen momento para pensar que todos estamos aquí y ahora para completar una misión de vida y no podemos desfallecer en seguir INTENTANDO ser mejores personas, ser más sensibles, más solidarios, más humanos…. por nosotros, por nuestros seres queridos, por aquellos que ya no están, por los que lloran y por los que tienen un corazón vacío, solitario e insensible…. porque esos… esos también ocupan un lugar en nuestra oración.
Hola Gisel, creo que todos podemos sentirnos unos a otros tanto como creo que si no ponemos atención podemos dejar de vernos unos a otros. Me alegra que te reconozcas en mi, yo me reconozco en ti. TODOS SOMOS UNO un abrazo, p.-
No había tenido tiempo de leerlo hasta ahora, necesitamos volver a conectarnos, no existe conexión más grande que la que surge cuando se vive y actúa con amor! Amor es lo que necesitamos.
totalmente de acuerdo, si pudiéramos conectarnos desde el amor veríamos que no somos diferentes los unos de los otros, un abrazo, p.-