Con este escrito cierro el mes de octubre y de la concientización del cáncer.
Como ya les he contado fui diagnosticada con cáncer de seno en enero de 2015. Todo comenzó con un pequeño bulto que sentí en mi pecho en agosto del año anterior y que estuve monitoreando hasta que llegó un momento que en menos de un mes mutó de un quiste a un agresivo cáncer.
Recibir un diagnóstico de cáncer es como escuchar hablar a un doctor en una película surrealista.
Lo primero que viene a la mente es: esto en verdad no está pasando. O por lo menos eso me pasó a mí. Me quedé así como extrañada, “A ver, no entendí ¿Qué es lo que me estás diciendo?”. Puede que tal vez nunca asimilé del todo la magnitud de lo que me estaba pasando. Mi actitud siempre fue en plan “bueno, saquémonos esto de encima (o debería decir de adentro…) ¿Qué es lo que tengo que hacer?” y me enfoqué en ver cómo podía llevar una estilo de vida más saludable mientras confiaba en que los doctores estaban haciendo su parte.
Expresarme y contar mi historia ha sido siempre mi válvula de escape, por eso tengo más de diez años escribiendo un blog, pero más allá de sólo disfrutarlo ha sido muchas veces mi mayor sustento para mantener la cordura.
Por eso para mí es natural y casi imperioso exteriorizar lo que me ocurre y por eso hablar, escribir y compartir abiertamente mi lucha contra el cáncer fue algo que me fluyó y me ayudó inmensamente a no dejarme arrinconar por esta enfermedad y su duro tratamiento. Es increíble sentir tantas manos y tantos hombros dispuestos a pararse a tu lado cuando les compartes por lo que pasas.
En el proceso de compartir mis experiencias descubrí cosas nuevas de mí y cosas de los demás frente a quien se lleva esta batalla.
Por un lado descubrí lo reconfortante que es tener una tribu que esté contigo.
Y a veces esos eran mis seres más cercanos y a veces totales desconocidos que igual con cada comentario, cada aliento, cada oración, cada detalle y hasta cada post en las redes sociales y cada mensaje fueron una soplo de ánimo. Poder contar con el apoyo de otros me hizo sentir sumamente sostenida y si estás pasando por algo similar te invito a que te dejes acompañar.
A veces caía sintiendo que el mundo se me estaba viniendo encima y no pasaban dos días sin que alguien me dejara un mensaje diciendo “No estás sola” y yo suspiraba y a trompicones me levantaba de nuevo.
El cáncer, como muchas de las dificultades, se lleva más ligero si te ayudan a cargarlo
Hay ocasiones que el sólo sentir que alguien sabe que lo estás pasando duro y te piensa es suficiente para sentirte acompañado.
Yo descubrí en compartir abiertamente el diagnóstico y el tratamiento un gran apoyo, pero esta es siempre una decisión muy personal que debe tomarse teniendo en cuenta si el hacerlo va a ayudarte a expandirte más que a contraerte.
Y un paso más allá ¿Cómo se sobrelleva una batalla contra el cáncer? Pues creo que la mejor manera es estando presente cada día y planteándose un día a la vez. No pensando en lo que falta o lo que espera. Enfocándose en el hoy y en ahora.
Un día a la vez.
Y quiero compartir algo para aquellos que nos acompañan y nos quieren dar aliento: Hay algunas veces que preguntar “¿Cuánto te falta? ¡Ya casi acabas!” “Pronto vas a salir de esto” nos enfoca en todas las guerras diarias que aún tenemos por batallar, y hay ocasiones en que es estresante y aterrador porque “pronto” puede ser una eternidad cuando tu día a día está lleno de todo un montón de síntomas e incertidumbre.
Pero ¿Quieren saber algo que quita la presión de lo que nos queda? Pues algo que se agradece es cuando nos ayudan a enfocarnos en nuestro presente y una pregunta que encontré muy reconfortante es simplemente:
¿Cómo estás HOY?
Y a veces dejarnos quejarnos y enumerar lo que nos duele y lo que nos molesta y escuchar, sólo escuchar. No es necesario llenar todos los silencios, tener la palabra más adecuada o estar siempre dando ánimos. Así como a veces que lo que más se agradece es permitirnos hablar como si no pasáramos por lo que estamos pasando y conversar de cualquier cosa ajena que nos permita no dejar que el cáncer o su tratamiento nos defina o nos gobierne la vida.
En verdad es hasta suficiente sólo con que nos hagan saber que nos acompañan. Nosotros también sabemos que esto terminará y que hay que ser fuerte, y casi siempre lo somos (más de que pensamos que podíamos ser), pero a veces uno sólo quiere quejarse a sus anchas de que da frío en la cabeza, duelen los pies, se nos caen las uñas y todo sabe a rayos. O, ni siquiera tocar el tema.
Lo que más reconforta es alguien que quiera simplemente escuchar y hacerte saber que está contigo. Hoy. Ahora. En la charla o en el silencio.
Mil gracias a lo que nos acompañan de una manera u otra en esta batalla. Mi lucha fue muchísimo más llevadera gracias a cada uno de ustedes.
Mil gracias a todos los que acompañan a tantos otros siendo nuestra tribu.
Y a ti, que estás luchando en este momento…
¿Cómo estas hoy? ¡No estás solo!
(Este escrito fue publicado en la Revista ELLAS del diario La Prensa el 21 de Octubre)
Antes de dejar el tema atrás quiero insistir una vez más…
¿En que día de la semana te harás tu tacto y autoexamen?
¿Ya te hiciste tus exámenes médicos? Por favor… no lo dejes en el olvido. Cómo decirte que tu vida puede depender de ello….
Comparte esto a quien quieras hacerle un recordatorio antes de que termine de escaparse octubre, se guarden las cintas rosadas y se apaguen los llamados constantes de atención.
De todo corazón, gracias, gracias por ser mi Tribu Querida.
Un abrazo, p.-
PD. Si aun no eres parte de mi Tribu Querida me encantaría que lo fueras subscribiéndote al blog y así estar más conectados y compartir contigo
Hola, me llegó cada palabra que escribiste. Yo también fui diagnosticada en el 2015 con cáncer pero yo lo viví más aislada. Sólo con mi familia y dos o tres amigas las cuales me ayudaron mucho. Gracias Gracias
es un proceso donde tomamos decisiones intimas de como nos funciona mejor llevarlo. Me alegra mucho que estés bien, hayas contado con el appyo que necesitabas y nos sintiéramos identificadas, un abrazo, p.-