¿Sufriendo de ataques de comparación?
¿Qué hacer para darle la vuelta a la comparación y en que en vez de paralizarte te empodere?
Mirar lo que hacen las personas a nuestro alrededor es normal, y si además lo que hacen se parece a lo que hacemos o aspiramos, pues es más común de lo que muchas veces quisiéramos. ¿Cómo saber cuándo pasamos de la curiosidad y apreciación a verdaderos ataques de comparación?
Voy a contarte la historia de Verónica, una historia con la que pude relacionarme muchas veces. Ella es una artista innata y además formada y laboriosa por lo que su trabajo es sólido y propio de ella.
En la era de la sobre exposición, y a razón de estar al tanto de lo que ocurre en su campo, comenzó a seguir en cuentas de Instagram y Facebook a diferentes profesionales afines.
Antes de darse cuenta se encontraba constantemente pendiente de cada publicación de estas personas y comenzó a dudar de su trabajo, su profesionalismo, su autenticidad y de todo tipo de autovalorización.
Empezó a dudar de quién era y lo que estaba llamada a hacer, si estaba haciendo lo suficiente o si estaba haciendo lo que tocaba.
Por ende, empezó a perder su norte y a enfrascarse en proyectos y caminos para mantenerse en lo que consideraba al nivel, aunque no sintiera que fuera lo más alineado con ella.
De más está decirte que el agobio empezó a invadir el disfrute por lo que hacía y eran más las veces que se encontraba forzándose que fluyendo.
Y es que ahí está la diferencia entre la apreciación en lo que hacen otros y los ataques de comparación.
En la comparación está presente la duda de nosotros mismos, la angustia y la paralización.
La comparación insana se sufre, se siente como un apretón en la boca del estómago, contrae nuestra energía y, o nos inmoviliza, o nos pone a tomar acción frenética que no está alineada con nosotros.
Este tipo de acción es aquella en que te encuentras a ti misma reaccionando en espiral a lo que hacen otros otros y no actuando centrada y conectada contigo misma.
Como siempre, uno termina enseñando lo que enfrentas y has superado, y trabajar con esta cliente y muchas otras sobre el tema me ha ayudado a ver como es común los ataques de comparación en diferentes momentos y situaciones de la vida, y lo bueno que saber herramientas que te puedo compartir y que también aplico para mí cuando sea necesario.
Porque es en esos momentos en que debemos recordar que para brillar en lo que hacemos debemos ante todo…
¡Remar tu propia canoa!
¿Te has fijado en las competencias de cayucos y remo? Una sola persona está mirando alrededor y todos los demás están concentrados en remar con fuerza su propio bote.
Si todos estuvieran pendientes de donde van las otras embarcaciones se desenfocarían, perderían dirección, velocidad y ritmo.
Así mismo, tú deberías tener sólo una ínfima parte de tu atención en lo que hacen a tu alrededor y enfocarte con todas tus energías en dar lo mejor de ti como mejor sabes hacerlo.
Cuando escuché de está metáfora a mi se me abrieron los ojos y fue de lo más revelador, tanto así que muchas veces la uso como mantra propia «estás aquí para remar tu propia canoa, ¡vamos Paola!»
Es muy probable que a grandes rasgos varias o muchas personas hagan lo mismo que tú haces, pero tu mayor fortaleza será siempre la manera única y autentica que tengas al hacerlo, así que no te desvíes este modo propio de manejarte reaccionando a lo que otros hacen.
¡Rema tu propia canoa!
Y eso va a requerir a veces que tengas la fuerza de voluntad de no exponerte a las fuentes que activan tus ataques de comparación. Mientras cambias tu mentalidad de modo que internamente no te afecte, cambia tu alrededor mientras tomas la fortaleza.
No te sobre expongas a situaciones donde el compararte no te sirve de nada y más bien te angustia. Tú sabes cuales son estos disparadores, evítalos mientras te afianzas.
¿Y qué hacer para darle la vuelta a la comparación de modo que en vez de paralizarte te empodere?
Llegó el momento en que te encuentras de frente o inmersa de una situación en donde puedes sentir que empieza a darte un ataque de comparación, comienzas a mirar con intensidad lo que ves y a cuestionarte a ti misma. Puedes sentir que empiezas a contraerte. Sientes las ganas de paralizarte o de correr a hacer algo que, esencialmente, sea comparable y consideres acorde a lo que ves.
Aquí te invito que le des una vuelta de tortilla a la situación cuestionándola de una nueva manera.
Esto que experimentas
¿A qué te inspira?
¿A explorar una temática? ¿A experimentar algo nuevo? ¿A instruirte más en algún área? ¿A ponerle más aventura a tu vida? ¿más compromiso o enfoque?
Fíjate que cuando lo ves desde la perspectiva de la inspiración el sentimiento y la emoción son totalmente distintos.
La inspiración te invita a crecer desde una ángulo totalmente diferente. Un ángulo empoderador donde eres la creadora de tu vida y tus experiencias, y tomas o dejas todo aquello que no está alienado contigo.
Cuando te compares que sea para ver cómo te inspira a ser mejor en lo que haces siempre según tu estilo y tu camino, que esta sea una corriente que te de impulso mientras remas con ganas tu propia canoa.
Utiliza la comparación a tu favor para inspirarte y crecer desde un lugar de expansión y no volverás a sufrir por su causa.
Mientras estoy en este camino de centrarme en que mi mayor punto de referencia soy siempre yo misma no me declararé ni inmortal ni superior, o sea, te reconozco que también hay veces que miro a mi alrededor con un poco más que curiosidad, solo que ahora me detengo y, antes de entrar en modo reacción o parálisis, pienso ¿Esto a qué me inspira a mí? A veces me mueve a hacer cosas en mi propio estilo y, otras, simplemente aprecio y lo dejo ir. Cada quien tiene su viaje y cada quien está aquí para remar su propia canoa.
Te invito a replantearte la comparación desde este nuevo lugar inspirador y, justamente, sentirte que quienes te rodean en un camino parecido al que tienes o deseas, son tu motor para ser mejor y lograr cosas nuevas. A tu manera.
Un abrazo, p.-
(Este escrito fue publicado en la Revista Ellas el viernes 21 de marzo del 2017).