Hace una semana que te fuiste y tengo el corazón roto pegado con curitas desde entonces.
Pequeños amarres que aprieten la herida para que no sangre. Tratando de no decirlo, de no pensarlo, como si no prestarle atención fuera lo mismo que si no hubiera pasado.
No sé ni por donde empezar a hacerte un tributo porque has sido la mejor compañera de vida y quince años contigo han sido una experiencia llena de amor y cariño. Nadie ha vivido tanto conmigo como tú.
Sabes que me cambiaste la vida, lo he dicho mil veces: gracias a ti soy mejor persona.
Que te he dedicado mi primera entrada en este blog blog, allá cuando empecé con esto en el 2006, porque siempre fuiste mi sonrisa segura y si tenía que empezar contando de mí nada me pareció mejor que hacerlo contando de ti.
Y así mi primera entrada fue: DE COMO LOLA ME ROBO EL CORAZON contando nada más como perdí los papeles contigo cuando llegaste a mi vida, y las chorradas inauditas que me encontré haciendo por ti. Y el año pasado te dediqué LA RELACION QUE CAMBIO MI VIDA por tus 14 años
Y ahora no me puedo creer que no estés.
Estoy en el estudio y me encuentro sitiéndote que estás dentro de tu casita, pero no estás, esta vacía.
Tengo el corazón roto.
Me encuentro pensando que tengo que bajarte para darme cuenta que ya no habrá paseo de última a hora antes de dormir ni prisas por llegar a casa para que hayas dejado un charquito.
Ya solo cuelga sin sentido la correa de la puerta con tu nombre grabado a la espera de nada.
Fue todo tan rápido.
Sólo la noche antes te paseaba y recuerdo fijarme que te vi más gordita y animada y dije «esta Lola nos va a vivir hasta los 18».
Esa misma noche empezaste a convulsionar y doce horas tarde ya no haba más que hacer.
Y te fuiste durmiendo mientras te envolvía en tu mantita morada y acariciaba tu cabeza. En un segundo estabas dormida allí y un segundo más tarde dijeron que ya, que ya no estabas.
Y me metí de lleno a hacer fiestas de cumpleaños, atender clientes, llenar mi agenda y no tocar el tema.
Como tantas veces en estos últimos años en que la vida me ha descolocado seguí bajo el mismo mandato que me ha mantenido siguiendo aun con un cáncer o con miles de malas jugadas profesionales y personales.
«Paola, levántate y sigue»
Y es lo que he tenido que decirme esta semana cuando salgo de casa y ya nadie se asoma y tengo que decirle «chao bebe cuida la casa» para que no venga detrás de mí, o cuando llego para no decir «a la calle» y oírte salir sonando con tus uñas en el suelo. Y cuando me cubro en la noche y me arde el espacio que ocupabas pegada a mí bajo las sábanas.
Pero hoy quiero sentir, porque te mereces que detenga, y sienta el golpe y no me levante sin más para seguir.
Mi mejor tributo a ti es despedirme sintiendo.
No haciendo la vista a un lado sino recordando todo y vivirlo de nuevo entre sonrisas, punzadas en el estomago y lágrimas.
Permitirme hacer tu duelo porque sé que puedo decirme, «Levántate y sigue» y lo puedo hacer. Dejar ir el barco y no mirar atrás. Sé que puedo hacerlo.
Pero no quiero.
Te mereces mi duelo.
Te mereces mi dolor por tu ausencia.
Tú has muerto. ya, lo dije, ha pasado.
Y te extraño.
Que sé que era el momento, que estabas mayor, que bueno que rápido. Que razonablemente lo sé todo. Pero que quieres que te diga, me siento sola sin ti.
Y me aturde pensar que eso fue todo, que sería estúpido hablarte porque dejaste de existir y que uno le habla a sus muertos, a los ángeles de guarda y todo eso pero que los perros no porque ya. Dejaron de existir.
Pues yo voy a escribir una nueva historia para nosotras. Una historia en que sigues, de alguna modo por allí y yo, desde aquí voy a sentirte, y recordarte, y hacerte sentir que no fuiste un período que simplemente pasó. Tú vas a ser el barco que yo no voy soltar.
Te amé como parte de mi y tú me amaste con locura y madurez, sin condiciones y lo que más te aprecio, con paciencia infinita.
La de veces que sé que querías estar conmigo y me mirabas ir con mis prisas o con esas niñas que viste llegar al mundo y a las que les cediste el reinado, y simplemente caminabas cerquita de mi a ver si encontraba el tiempo de alzarte y si no, con paciencia te metías en tu casita más cercana para al menos estar en el mismo cuarto.
Y siempre fuiste el mejor recibimiento al llegar a casa, siempre, por 15 años. Tu mundo se iluminaba al verme llegar. No sabes como siento haberlo pasado por alto tantas veces en mi afán.
Y ya no sé sobre que es este blog, tal vez por hoy me doy la licencia de que sea solo para mí.
Tal vez, aunque he empapado de lagrimas y mocos mi teclado sólo me quede invitarte a parar cuando lo necesites, a detenerte para sentir.
Tal vez… no sé… ahora solo sé que Lola ha muerto y mi corazón está roto….
Mañana me pararé y seguiré, como siempre.
Un abrazo, p.-