Hoy es el día internacional del libro, y me pareció buena idea celebrarlo contigo compartiéndote el cuento Mi Suegra y el Desván que forma parte de mi libro «Historias del Otros» publicado por Espacio Arte Ediciones en el 2010.
Porque siempre he creído en la reinvención así que, si no sabías, también soy escritora y tengo dos libros individuales publicados y mis cuentos han aparecido en varios libros de compilaciones nacionales y revistas internacionales y ¡Olé!
Así que este también lo siento como mi día y quiero compartirte un pedazo de esta faceta mía.
Mi Suegra y el desván.
Mi nombre es Fermín Sanchez y confieso que maté a mi suegra.
Ya a nadie le importa, han pasado muchos y ahora, con la muerte de mi Valentina, se fue la única persona que extrañaba a esa vieja bruja.
Me odió desde el primer día que llegué de la mano de su hija a la casa esa en que vivían.
Sólo hubo que verle la cara para saber que la estaba jurando ahí mismo, y mira que me propuse conquistarla casi con más fuerzas de las que le ponía a Valentina. No escatimé en muestras de afecto ni regalos -pronto supe que sería por gusto-, a los pocos meses de ser novios oí la conversación aquella en la cocina mientras hervían café.
– A ver, Valentina, ¿en qué demonios está pensando con ese muerto de hambre? ¿Para eso mi´ja la estoy mandando a estudiar enfermería en la universidad? ¿Para que me llegue con un obrero?
– ¡Mamá! De verdad es bueno y trabajador. Además, se está esforzando mucho en llevarse bien contigo. Colabora un poco, dale una oportunidad vieja, que vamos en serio…
– ¿Qué? ¡Lo que me faltaba! No solo se pase por todo el barrio con él, pierde su tiempo y mi paciencia sino que, para colmo, piensa casarse con él… ¡qué disgusto, mi Dios Santo! Yo que la veía con el hijo de la comadre Renata, que siempre anda tan bien vestido con corbata y tiene un buen puesto de vendedor en el almacén ese. Qué disgusto…
Así disgustada y con cara amarrada se tuvo que aguantar que Valentina me eligiera a mí, que nos casáramos y que me la llevara de la casa. Para demostrarle a la bruja esa que sí podía darle vida de la buena a su hija, me junte con unos amigos y con ciertos contactos de aquí y de allá, y le anuncié a mi esposa que la iba a sacar del cuarto del alquiler para nuestra casita, una que yo mismo iba a construir con los colegas del trabajo. A ver si el encopetado del vendedor podía compararse con eso.
Mi suegra se tuvo que tragar sus palabras al ver a mi Valentina tan contenta y revoloteando todo el día, de tienda en tienda de descuento, buscando cosas para nuestro nuevo hogar y llamándola a cada rato para darle los avances.
– Mamá, vieras lo linda que va a ser, en la planta de abajo está la cocina y la sala, el cuartico para cuando vengan los niños, y el baño; en el piso de arriba va nuestro cuarto, hasta un pequeño depósito, un desván le dice Fermín vamos a tener debajo de la escalera.
– A ver mi’ja, ¿y para cuándo? porque el fulano ese dijo tres meses y ya van cinco.
– ¡Ay, mamá! Fermín trabaja todos los días que tiene libres, verás que seguro las Navidades las pasamos ya en la casa.
Cuando mi Valentina estaba en la universidad la bruja esa pasaba por la casa para torturarme, yo no le decía nada a mi mujer por no atormentarla, y mi suegra tampoco se lo mencionaba, para que su hija no se diera cuenta de lo retorcida y mala que era realmente, creo yo. Era en lo único que, por lo visto, coincidimos, en callar esas visitas.
– ¡Uy! Cómo vas de atrasado en esto Fermín. ¿Cuál es tu rango en la construcción? Porque así que digamos rápido, no vas ¿seguro que sabes lo que estás haciendo?
Con esas me la aguantaba todos los lunes, miércoles y jueves, durante la ausencia de Valentina. Algo atrasado sí iba, por ¡diablos!, con esas lluvias no se podía hacer mucho. Además tenia que aprovechar cualquier camarón que me saliera para darle una vida a mi mujer y para que mi suegra no criticara todos los días.
Yo era el primer interesado en terminar, por mi Valentina y por callarle la boca a la vieja esa que nadie se aguantaba. Sí, es que ni en la barriada la querían ver, y la tal comadre Renata la huía cada vez que la veía, buena gente que era esa señora conmigo, que me miraba con ojos de agradecimientos por haberla salvado de ser consuegra de la doña.
Debí imaginar que algo iba a pasar cuando llevaba un par de semanas sin venir. Tan contento que estaba por su ausencia que no pensé mucho, por eso casi me atraganto y me muero ahí mismo cuando va mi Valentina y me suelta la última de su madre. Bien planeado que se lo tenia la muy endemoniada.
– Amor, vieras, mi mamá ha estado con un resfriado horroroso y dice que la ha quedado un apretón de pecho que un día de estos la va a mandar a la tumba. Me da lástima, asustada por la enfermedad y estirando el cheque de la viudez todos lo meses. Que conste que le da mucha vergüenza y está muy apenada contigo, sabe que te tratado bien, pero está arrepentida y se ha dado cuenta de que eres un buen hombre.
A mí, que el muslo de pollo no me pasaba de la garganta, que me la estaba viendo venir apenas Valentina empezó a darle vueltas a uno de sus rizos negros y a ponerme ojitos.
– Me dice que, mientras viene los niños, ella podría venir a vivir al cuartico de abajo y nos ayudaría con los quehaceres de la casa mientras tú trabajas y yo estoy en la universidad.
Era finales de octubre tenía más avanzada la casa, ya sólo faltaba ponerme a repelar y con los acabados. Esta terminado con la obra debajo de la escalera t comenzaba a levantar la para el desvanecido; sudando que estaba yo con el calor húmedo y sin brisa del mes, paleando cemento y poniendo la primera línea de ladrillos cuando recibí la visita reglamentaria.
– A ver, yernito _ escuchárle la ironía de su tono ya me tenia el oído fregado-, a ver si apuras con la casa y me dejas el cuartico bien bonito y bien hecho, y a ver si será pronto ¿no?
No sé que me pasó, de veras que no sé. No era yo, sería el calor. No sé Pero ella que no se callaba y a mí que una rabia contenida me iba subiendo por todito el cuerpo mientras ella dale que te dale.
– En la mañana tempranito llamé a Valentina y le dije que me voy para el campo hasta Navidades porque ya entregué la casa de la barriada. Como no hayas terminado este cuchitril para entonces me tocará mudarme con ustedes al cuarto de alquiler donde viven. Digo, tienes dos meses, deberíais poder con eso ¿será yernito? ¿Será que finalmente has terminado cuando vuelva?
– Y que tal si no vuelve ¡pero nunca más!
Lo dije con un odio que de veras no era mío, bueno sí, muy mío, porque juro que era para odiarla, pero era típico de mí quise decir. Esa bruja me sacó un bicho enfurecido de adentro y con la pala que estaba revolviendo el cemento le aventé un golpe que seguro le hice puré los sesos, porque ahí quedó, desparramada debajo de la escalera, con los ojos desorbitados y las piernas chuecas como muñeca de trapo. Sin remordimiento alguno terminé de empujarla al hueco ese, silbando y con una tranquilidad que a mí era el primero que sorprendía. Terminé de levantar la pared y llené de cemento compacto todos los espacios alrededor de mi suegra. Cuando Valentina llegó todo estaba sellado y embargado por una dicha enorme.
Cuando llegaron las Navidades, mi suegra, obviamente, no regresó y yo, sacándome un peso de encima, convencí a mi mujer de que seguro que se había quedado con algún ganadero por allá, con lo estupenda que estaba para su edad.
Jamás pensé en contarle a nadie, y mucho menos a ella, lo que pasó. Menos cuando recuerdo el lejano día del hecho, Valentina hasta se enamoró más de mí cuando llegó esa tarde de la universidad y me vio repelando bajo la escalera, con lo mortificada que estaba la pobre por lo de la mudanza de mi suegra, y yo que le salí con la flamante respuesta. Sí, sí, recuerdo ese día como si fuera ayer, como si la viera con sus libros entrando por la puerta esa húmeda tarde.
– Amor, en la mañana me llamó mi madre que se va para el interior por tiempo pero que de regreso se muda para acá -extrañada se quedó viendo mi cara de felicidad- ¿Y esa sonrisa? ¿Estás seguro de que no tienes problema con eso?
– Ningún problema, mi amor -la abracé así sudado y todo y la besé-, ya asumí que madre va a vivir por siempre en esta casa y nosotros vamos a ser muy felices de todas maneras.
Y lo fuimos. Muy felices, sí señor. Tuvimos su hermoso hijo sano y buena gente que ahora es taxista y tiene su propia familia. Sólo una vez, hace unos años, estuve tentado de sincerarme, pero para qué, fue cuando me preguntó.
– Amor y al final ¿por qué fue que no hicimos el desván bajo la escalera?
Buenos recuerdos que me ha traído a mí el mundo de las letras, he conocido amigos y lugares así como universos que existen dentro de cada círculo, y las experiencias de atreverte a lanzarte, todas las peripecias de «parir este libro» te las cuento aquí en «La materialización de Historias de Otros»
Nunca te quedes con las ganas de darle seguimiento y forma a una idea que apareció en tu mente, puede llevarte como a mí con Historias de Otros que presente en la VI Feria del Libro en Panamá y antes todavía en su primera presentación en Buenos Aires y de la que escritores como Hector Collado, Daniel Domingues y Rosalina Orocu hablaron tan bien en la prensa nacional como puedes ver en Historias de Otros en los medios
Qué pesar que la nube no sea tan confiable nada y se hayan perdido los enlaces a las fotos de esos momentos y esas personas, pero la historia si está allí contada en el tono más divertido y espontáneo en el que contaba mis vivencias entonces.
En fin , FELIZ DIA DEL LIBRO A TI TAMBIEN. Por todos esos libros que te han hecho vivir otras épocas, personajes, culturas y aventuras.
Las personas exitosas leen un mínimo de 12 libros al año, mínimo, ¿quieres éxito? ya sabes por donde empezar.
Y aquí entre nos ¿te gustó el cuento? me va a encantar que me cuentes que te pareció, son mis micro bebés.
¿qué opinas de que comparta más?
Un abrazo, p.-
Me encantó el cuento de La suegra y el Desván. Te luciste. Saludos.
Gracias Grethel! que bueno que te haya gustado y me lo hagas saber, un abrazo, p.-
Hola!!
Me parece espectacular!
Encantada con el cuento. Felicitaciones.
Saludos!
Hola Simoney, gracias por tus palabras, me alegra que hayas disfrutado uno de mis micro bebes, gracias y un abrazo, p.-