Después de tener a Mar enferma sin ir a la escuela toda la semana, el fin de semana, conmigo resfriada, Mar con fiebre y tos y Ana con mocos prometía ser un tormento cuando, además, se declaró el lunes libre por duelo nacional. ¿Qué hacer? ¿Quedarnos en la ciudad tres días con las niñas de sombrero? Optamos por empacar el carro y, casi como las naves medievales cuando tenían que advertir que portaban la peste, colgar una bandera negra de la ventanilla e ir a la casa de la playa. A fin de cuentas igual de enfermas íbamos a estar aquí o allá y al menos en la playa encuentran más cosas que hacer.
El viernes en la tarde cogimos rumbo con Ana despierta y alterada y Mar enferma con escalofríos. Hicimos parada en el Machetazo de Coronado por el bien de todos y ¡wow! Eso parecía un “department store made in USA”, está de lo más completo, limpio y organizado, podría decir que perfecto si no fuera porque cuando fuimos a comprarle un sueter a Mar sólo había UN modelo, de la marca Barbie en, obviamente, rosa Mattel y con detalles en lentejuelas. Yo casi me soponcio pero ella se lo pone y se siente tocar el cielo con las manos… qué le vamos a hacer…
Cuando llegamos pudimos ver que las obras del patio están más avanzadas, sólo que falta el mismo mes que faltaba hace un mes. Todo es más lento de lo que uno piensa pero me va gustando, que es más de lo que podía decir unas semanas atrás, eso sí, si uno no está encima hacen todo al revés…
Primero que todo quiero presumir. A pesar de que pensamos que Ana nos había salido madrugadora (espero no se me sale por bocazas ahora), tiene varias semanas que se levanta a las 7:30, 8am e inclusive a las 8:30 cierto días, así es una gozada, no tenemos que llevar ayuda a la playa y vamos solo en plan familia los cuatro. Mi muñeca… ya decía yo que hija de tigre tenía que salir pintada. La mayor duerme hasta pasadas las 9 desde el año.
Menos que mal que optamos por ir al interior, después del viernes, parece ser que pasó el pico de la maluquera y comenzamos a mejorar notoriamente (claro que tragando tres medicinas dos y tres veces al día). Evitando el agua todavía hubo mil planes divertidos que hacer.
Por un lado el Kids Club donde Mar adora pintar y jugar. El sábado además encontró a su amiga Emma y se disfrazaron y grabaron videos jugando a “ser otras personas”, alias Chiqui y Jualiana.
Y donde Ana también se entretiene, como practicando a caminar arrastrando la silla de agarradera.
Fuimos a visitar el nuevo zoológico, que tiene cuanta ave imaginable además de cabras, ovejas, monos, ardillas, iguanas, serpientes y hasta ciervos. Toda una aventura donde Ana alucinaba, vio que existen más animales que los perros, en especial Lola, y fue todo un descubrimiento.
El domingo, además del Kids Club, aprovechamos a ir a casa de los Calvosa-Kulish donde Mar tiene a sus amigas Franchi y Ushi y Ana a Martina.
Jugaron toda la tarde, los niños incluyendo a Adrián, en la piscina y Mar, sabiendo que no podía meterse, la pobre daba vueltas alrededor y jugaba con lo que encontraba, al final, quedó también toda mojada y Ushi tuvo que prestarle ropa seca. Completamos la tarde recogiendo mangos caídos, los chicos felices se sentían recogiendo huevos de pascua, buscando por el suelo los que estaban maduros pero que no estuvieran ya podridos. Rematamos la tarde en la playa jugando en la arena y comiendo mango.
Adrián durmió en casa el domingo, en vista de que la peste zarpó esta vez sin nosotros, y el lunes Mar y él lavaron a “red” (el carrito de playa) y jugaron legos hasta que salimos para la ciudad. Llegamos bajo un aguacero terrible que no nos dejó más alternativa que pasar por el mall donde Mar y Ana también se divirtieron haciendo carreras de carros.
Por más que estando enfermas pudiese parecer un a locura, sacarles de la ciudad fue lo mejor para todos y, hacerles planes como la recogida de mangos con los amigos, ver los animales o los juegos en la arena es lo que más contribuye a construirles una linda memoria de la infancia.
Definitivamente la felicidad está en las cosas sencillas…