La mayoría se sorprende cuando escuchan que ambas de mis hijas nacieron el mismo día, con tres años de diferencia, sin planificación alguna. Es más, mientras Mar se atrasó una semana, Ana, decidió venir al mundo dos semanas antes y el día del cumpleaños de su hermana, por voluntad propia.
Este año Mar cumplió 4 años y Ana su primer añito.
Mar está hecha un primor, amorosa y toda una personita. Ojo: no todo es una cama de rosas, sigue siendo una niña y de vez en cuando tiene sus arrebatos pero, por lo general, es encantadora. Desde hace varios meses venía diciendo que cuando cumpliera 4 años dejaría el chupo y se los regalaría a Ana. A pesar de mi escepticismo, la mañana del lunes recogió los chupos de su cama y se los llevó a la hermana con el mayor desprendimiento. Igualmente dijo que ya no iba a tomar más su leche de la mañana en la mamadera y así fue. Cuatro años… mi chiquitica se me creció y la veo tan grande….
Y Ana, mi Ana, que cumplió un año casi sin que me diera cuenta ¡qué diferencia con el segundo hijo! Todo es más relajado, menos apremiante, se gozan tanto y diferente y, Ana, es una gozada. Risueña, juguetona, independiente, curiosa, regordeta ¡para comérsela! Eso sí, cuando se le sale el genio tiene furia de huracán, y así la amo.
Bueno, el 28, toda mi familia se hizo presente en casa para cantarles el “Cumpleaños feliz” a mis hijas. Fue algo sencillo pero pasamos una tarde familiar genial, parecíamos en Navidad, abuelos, tíos, primos y regalos incluidos.
Que puedo decirles, me muero de amor por mis hijas, no solo son mi norte sino también mi camino. No importa lo que nos depare la vida, espero que siempre sepan que, por lo que pasen, yo estaré ahí, parada junto a ellas, para lo que me necesiten…